Jueguitos

 
¿En qué ciudad se celebraron los últimos Juegos Panamericanos? No sé. ¿Cuándo fueron? Ni idea. Supongo que, si tienen la misma periodicidad de los Olímpicos, habrán sido en 2007. ¿Participa, pongamos, Aruba? ¿Quién resultó campeón en el medallero? ¿Hay deportes de exhibición? ¿Qué atletas fueron los héroes, cuál se llevó el oro en lanzamiento de martillo, cuál en los cien metros planos, cuál equipo en volibol? ¿Participan los gringos, los cubanos? ¿Los brasileños ganaron en futbol? ¿Hay Panamericanos de Invierno? Sólo que nomás juegue Canadá. ¿Hay Parapanamericanos? ¿Los mexicanos arrasamos en el box? ¿Hay galas de gimnasia? ¿Hipismo? ¿Canotaje? ¿Tienen mascota? Si es así, ¿cómo va a ser la mascota de los Panamericanos tapatíos? ¿Un charrito? ¿Un agave bigotón y panzoncillo? ¿Una minervita en shorts?
       Imagino que la respuesta a tales preguntas idiotas, y a muchas otras que se me ocurren, debe de ser fácil hallarla haciendo alguna sencilla búsqueda en internet. Lo que me resulta asombroso, ahora que me he puesto a pensar en ello, es que todas estas informaciones jamás me han interesado en lo más mínimo, y tampoco tengo muchas ganas de averiguar nada sobre ellas. No se me tome por negligente —que puedo serlo, claro—: lo que ocurre es que, si tengo en mente los famosos Panamericanos, es sólo por el desventurado accidente de ser tapatío, y, para peor, de ser tapatío en tiempos en que a un puñado de dudosos personajes se les ha antojado que esos juegos, insospechables, se hagan aquí. Dichos personajes —funcionarios y empresarios: no veo a ningún «representante» de la supuesta sociedad civil clamando por la realización de los Juegos— alegan, naturalmente, lo consabido: que darán visibilidad internacional a Guadalajara, que habrá «derrama» económica, que con sus preparativos se le dará un levantón a la infraestructura urbana y, en suma, que son lo más sensacional que nos puede pasar.
       Pero los ignorantes y descreídos hemos de atenernos a lo evidente: en el mejor de los casos, esas olimpiaditas región 4 (perdónenme los deportistas y sus entusiastas: yo prefiero esperar a Londres 2012 para aplastarme otra vez a ver el lanzamiento de jabalina en la tele... además: ¿los Panamericanos no los pasan por la tele, o por qué nunca los he visto?) servirán únicamente para desfigurar un pedazo de la ciudad. (Por cierto: nunca he entendido por qué hay que construirle casa al yudoca incompetente que a los tres días de haber llegado ya tiene que estar largándose de regreso). Y en el peor escenario, el que estamos viendo, servirán para mostrar al mundo cómo Guadalajara es una ciudad inepta e incapaz de proponerse nada, una soñadora chapucera que se desentiende de sus miserias para hacer el ridículo una y otra vez con proyectos grotescos: el Guggenheim, el centro JVC, el Santuario de los Mártires, el Centro Cultural Universitario... Y ahora la Villa Panamericana —aunque, por lo visto, este inminente adefesio sí terminará brotando: a pujidos, pero saldrá.

Publicado en la columna «La menor importancia», en Mural, el jueves 27 de agosto de 2009.
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1 comentarios:

Luis Vicente de Aguinaga dijo...
27 de agosto de 2009, 11:36

Hace algún tiempo, en mi blog, organicé una encuesta para saber de una vez por todas cuál es la palabra más obscena del idioma (también pude haber dicho "de nuestra lengua", pero ya sería mucha leperada). Propuse que los votantes eligieran entre palabras como "anonadado", "chocho" y "envergadura". Sólo ahora percibo a esa gran ausente, la palabra "derrama", que a los políticos no se les cae de la boca y que a mí se me pasó poner aquella vez entre las candidatas. Y eso es lo que prometen: que gracias a los Panamericanos habrá una gran derrama en Guadalajara. Si es económica es lo de menos, pero literalmente lo de menos, porque las abundancias económicas no están en el orden del día ni a corto ni a mediano ni a largo plazo (de modo que no hay que creerse ninguna promesa de prosperidad espontánea, mucho menos en Guanatos). Pero... ¡ah, la derrama! Quién quita y ganaba la encuesta.