Grandulona

Foto: © Cortesía FIL Guadalajara / Joaquín Rúa

Ya vi: no es que la FIL haya crecido: nomás está agrandada. Mas anchos los pasillos, más amplios algunos stands (no todos: los paupérrimos siguen paupérrimos), y en todo caso lo que hicieron fue mover para otro lado el área internacional —se siente uno como en el aeropuerto—, mientras que FIL Niños retumba también en un lugar distinto al de años anteriores. Crecieron también, naturalmente, los precios de los libros, pero no así la oferta de novedades: no veo títulos de los que ya sé, y me consta, que tienen meses circulando en España o en Sudamérica, de manera que cada vez le encuentro menos sentido a comprar nada en la feria, habiendo internet.
    La ceremonia inaugural fue, desde luego, previsible, pero tuvo sus momentos: abucheos para el Gobernador González («Emilio» que le diga Raúl Padilla), una espontánea que definió a la secretaria de Educación Pública («¡Burra!», tuvo a bien gritarle), la doble majadería del ministro de Asuntos Exteriores de Italia (llegó tarde y se largó temprano)... Lo único digno de memoria fue el brevísimo discurso de António Lobo Antunes. Viejo condenado: me hizo chillar, hablando de los singularísimos maestros que ha tenido en la vida. Lo suyo fue una altísima manifestación del genio poético, entre tantas necedades que estuvieron escuchándose antes y después.
    El programa de actividades, este primer día, me pareció más bien desalentador, si bien se compuso algo con Savater, otro tantito con los amigos de Lobo Antunes. A cuanto tenga que ver con Carlos Fuentes, pienso, podría echarle un vistazo, pero sería por razones retorcidas (el anhelo de verlo resbalarse, por ejemplo): ya contaré si me resuelvo.
    El pabellón italiano, a primera vista, es desconcertante; si se fija uno bien, es completamente horrendo. Casi tanto como la comida que se consigue en los insuficientes espacios que hay para restaurarse. Y lo más espantoso: ¡en ningún lado de la Expo se puede fumar! Si en una de ésas me ven apaleando a una botarga, ya sabrán por qué fue.
Publicado en la columna «¿Tienes feria?», en el suplemento perFIL, de Mural, el domingo 30 de noviembre de 2008.





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1 comentarios:

Alejandro Vargas dijo...
30 de noviembre de 2008, 22:07

No hay ni un miniespacio designado para echar el fume? Qué mal!