Terregal

Mírenla nomás. O sea. Capaz que he de estar equivocado. Pero la frase que quiero como mi epitafio es, precisamente, «Prefiero estar equivocado»(Foto: MURAL)

Más allá de los exabruptos preverbales con que los fanáticos han hecho constar, en sus blogs, sus maispeices y sus feisbucs la conmoción que experimentaron tras el Festival Sonofilia, lo que más ha abundado del sábado-domingo para acá son puras quejas y remilgos: ¡qué terregal!, ¡qué baños tan cochinos!, ¡qué lejos fue, y qué lento estuvo el tráfico!, ¡qué terregal! (otra vez), ¡qué caro salió el boleto! Cuánta delicadez y qué ganas de fastidiarse: por más que haya sido una necedad realizar el festival al borde de la Barranca —cosa que, apenas se metió el sol, careció de todo sentido, por lo menos para los presentes: alguien dijo que se eligió el lugar porque así lo decidió la vidente particular de Björk, como si fueran a bajar ovnis—, lo cierto es que difícilmente se habrá visto en estas tierras un masivo tan bien organizado: claro que hubo mucho tráfico y que fluía muy despacio, pero nadie se quedó sin llegar; claro que los baños estaban atestados y eran como entradas al infierno, pero a nadie le reventó una tripa; claro que estuvo caro, pero no hubo reventa ni escasez de entradas. Y claro que acabamos todos enterregados: pero eso se arregló llevando a lavar el coche y mandando a la tintorería el frac y el sombrero de copa. Lejos del Apocalipsis que vaticinaba más de algún profeta de la exageración alarmista (parecía que habíamos vuelto a los ochenta y que iba a tocar Kiss en México: ¡huy, el Diablo!), la cosa transcurrió de lo más tranquila.
Demasiado tranquila, de hecho. Hasta daba miedo. Qué raro se comportan los fans de la cantautora islandesa: será que, como alguna vez escribió Rodrigo Fresán, «Björk es tan moderna y hace tan moderno al que la cosume...». Al quedar al margen de la devoción mística que mostraba la enorme mayoría de los presentes, estáticos y extáticos, cuando salió la mujercita con un como mazapán gigante en la cabeza y empezó a dar de alaridos (Fresán advirtió también: «Hey: ¡Björk es un mimo que grita!»), el que esto escribe pudo constatar, primero, que los conciertos ya no son lo que eran (en el área de comida vendían sushi, por ejemplo, y pastelitos), y segundo, que la brecha generacional existe y es más ancha que la Barranca de Huentitán. ¿Qué oían, realmente, y qué sentían quienes ahí estaban siendo arrebatados a los cielos? Misterio. Por más traguitos que se dieran a la cubeta de whisky con hielo con que nos abastecimos (ésa es otra: whisky a la venta en un concierto, habráse visto), las luces multicolores y las pantallas y una escenografía como saqueada de Turandot no permitían —a uno, pues— distinguir razones entre los gruñidos y los trombones y los gemidos. Fresán otra vez (es que es impecable en su perplejidad): «Björk —como ocurre con el Tarot, el I-Ching o el Horóscopo Esquimal— está perfectamente diseñada para significar lo que quieras que Björk signifique». Será eso, o será que todo es un muy célebre malentendido. O será que, si es tan fácil no entender nada, a lo mejor nada hay. Puro terregal y puro frío.

Publicado en la columna «La menor importancia», en Mural, el viernes 14 de diciembre de 2007.

Postdata del viernes 21 de diciembre de 2007
En un comentario a este artículo, Édgar Mondragón reclama que al menos reconozca eso que, ahora lo sé, se llama «reactable»: un chunche electrónico que, por lo visto, es la maravilla para los seguidores de Björk. Ahora lo recuerdo: en el concierto, las pantallas al lado del escenario mostraban unos deditos que se desplazaban sobre una especie de pantalla —otra— táctil, y también una como vista de un cultivo microscópico donde los ignorantes como yo veíamos algo parecido a un óvulo siendo fecundado por el espermatozoide ganador (cosa que, de hecho, se le ocurrió a una amiga, Verónica, cuando estábamos ahí: «Ay, no, mira la genética, qué miedo», decía). Bueno. El caso es que Édgar me ha pasado este video, donde más o menos se ve cómo funciona el chunche de marras. Hagan de cuenta.



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4 comentarios:

Anónimo dijo...
14 de diciembre de 2007, 20:15

Bienvenido al estrado desde donde se observa la conducta de la próxima generación. Aunque para mí ya son varias, sigue siendo interesante, pero me rajé, por lo que dices en el último párrafo.

Alejandro Vargas dijo...
15 de diciembre de 2007, 19:50

asi que así salió la björk ahora ehh. Vaya. Todo un folklore al parecer y nosotros los chiquillos de la generación X (otros Y) "semos" bien culturales, 'eda?
El frío creo que si influyó, además una pequeña vestisca los hubiera dejado mas espolvoreados.

Víctor Cabrera dijo...
17 de diciembre de 2007, 12:02

¡¡¡Ay, güey!!! ¿De veras es Björk? Pensé que era Astrid Hadad.

Édgar Mondragón dijo...
19 de diciembre de 2007, 23:20

El reactable estuvo genial, ¡al menos eso tienes que aceptar!
http://www.youtube.com/watch?v=Kw0sP7WKHXY